Aunque en muchos casos el futuro es impredecible, en lo que se refiere al estrés hídrico, aunado al cambio climático, lo único que se sabe con certeza es que la situación empeorará porque el planeta se está calentando.
Y regiones semiáridas como Sonora que año con año ven mermada su humedad, mientras el calentamiento ya se incrementó en más de 1.5 grados centígrados, requieren de medidas de prevención y preservación del agua de inmediato, considera Carlos Gay García, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera, y coordinador del programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM.
Se va a poner peor en el futuro y eso se debe simplemente al hecho de que el planeta se está calentando. Al calentarse en realidad ocurren muchas cosas y entre ellas nos complica lo que sería la administración de agua y la forma en la que se va a presentar en las diferentes regiones del planeta”, dice.
Leah Schleifer, especialista en Comunicaciones para el Programa del Agua del World Resources Institute (WRI), coincide en que la región del Noroeste de México, de acuerdo a la clasificación de la organización, está catalogada con un nivel de estrés hídrico “extremadamente alto”.
“Sonora tiene un estrés hídrico ‘extremadamente alto’. Clasificamos cada área subnacional dentro de México y Baja California Sur es la región con mayor estrés. Sonora es la número 10”, dice.
Schleifer explica que el estrés hídrico es un “desajuste entre el agua suministrada y el agua demandada por las granjas, la industria y las ciudades” y México enfrenta un alto estrés hídrico.
“Lo que significa que la sed está alcanzando de forma preocupante el agua disponible. Esto puede significar diferentes cosas sobre el terreno dependiendo de las políticas vigentes. Incluso el estrés hídrico muy alto puede manejarse bien si se incentivan políticas como la reutilización y el reciclaje del agua, por ejemplo”, indica.
Pero para Eugenio Barrios Ordóñez, subdirector general de Administración del Agua de Conagua, aunque Sonora se encuentra entre los estados con el nivel de estrés hídrico más alto -con un 101.9%-, el País experimenta un grado de presión promedio de 19.5% considerado un nivel bajo a nivel mundial.
“Es un muy buen nivel digamos. Lo que pasa es que tenemos un Norte muy seco y un Sur muy húmedo. Pero esto no implica que tengamos que llevar el agua de Sur a Norte, sino que lo que tenemos que pensar es que tenemos cierta cantidad de agua y cómo manejamos mejor esa cantidad de agua de esa región. Eso es lo que nos debe de importar”, explica.
Barrios Ordóñez añade que en el caso de la región Noroeste -la que en general supera el 100% de estrés hídrico- empeoró a partir de la década de los setenta, principalmente por el incremento de la población y las actividades productivas.
El principal impacto de consumir toda el agua de la que se dispone es el agotamiento de todas las fuentes que coloca a la sociedad vulnerable ante una sequía, así como la pérdida de biodiversidad y la salinización de los acuíferos, expone.
Con el cambio climático, precisa, el problema es que no se sabe qué va a suceder y el futuro se vuelve incierto.
“Ya no lo podemos predecir como antes lo predecíamos. Con cambio climático no sabemos qué va a pasar. De repente hay sequía en zonas donde no se padecen sequías como Veracruz y Tabasco. Ante esta incertidumbre hay que manejar el estrés hídrico”, dice.
LA VARIABLE CAMBIO CLIMÁTICO
Carlos Gay García, coordinador del programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM, señala que en zonas muy secas con una atmósfera más caliente hay una "especie de absorción de agua superficial por parte de la atmósfera” que contribuye a la sequedad del lugar.
“La situación está mal y se va a poner peor en el futuro”, dice.
Sonora es una de las regiones del País que ya se calentó más de 1.5 grados, muy por encima de la media de un grado a nivel mundial.
El dato es interesante si se toma en cuenta que en la Conferencia de París sobre el Clima (COP21), que se celebró en diciembre de 2015, los 195 países participantes firmaron un acuerdo que establece un plan de acción para limitar el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados.
El objetivo a largo plazo -para finales del siglo- es mantener la temperatura promedio en el mundo en niveles preindustriales y no crecer a más de 1.5 grados centígrados el calentamiento global para reducir los riesgos del cambio climático.
Pero, indica el investigador de la UNAM, ya existen regiones en el planeta que están por arriba del grado de calentamiento. Una de ellas es el Noroeste de México.
“Estas regiones ya están muy cerquita de los dos grados. Esto lo que pone es un énfasis importante en que tenemos que empezar a mirar seriamente a la hora de la adaptación y prevención de lo que se va a venir”, explica.
Gay García resalta que la crisis climática impactará diferencialmente en el País. El Noroeste de México ya siente el rigor de ese cambio con temperaturas anómalas que irán en la misma dirección.
“Las lluvias en diciembre en época del (fenómeno) 'Niño', no sabemos si se van a seguir dando ahí. Son momentos asociados con fenómenos que antes entendíamos en un contexto sin cambio climático. Ahora los empezamos a entender menos bien”, precisa.
Los años más secos
Alfonso Cortéz Lara, investigador del Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) Mexicali, explica que los últimos 100 años son los más secos del último milenio en la región.
Y, añade, de los 100 años más secos, los últimos 10 son los más secos y la tendencia es a una baja de humedad cada vez mayor.
“En los últimos 10 años tenemos una condición que tiene que ver con cambio climático. A partir de diciembre, finales de 1999, en que una curva de registro de flujos de agua muestra la principal fuente de abastecimiento negativa: Menos humedad, más temperatura, mas días con temperatura arriba de 40 grados centígrados”, indica.
Además, agrega, al cambio climático y al estrés hídrico se le suma otro fenómeno natural para la región: La aridez.
“Si a eso le sumamos que la demanda no baja, que en ciudades como San Luis Río Colorado, Hermosillo o en Baja California, Mexicali y Tijuana, que aunque (esta última) está fuera de la cuenca hidrográfica del Río Colorado importa agua de esta cuenca, la demanda aumenta diariamente”, apunta.
El investigador añade la variable de la migración también impacta en el consumo de agua de ciudades como Nogales, San Luis Río Colorado, Tijuana y Mexicali.
“Estamos en una zona geográfica receptora de migración permanentemente. Tijuana, Mexicali, Nogales, estas ciudades y, si aparte le sumamos los flujos migratorios extraordinarios como estos que hemos recibido en los últimos tiempos, esto viene a presionar un poco más la situación de estrés hídrico”, expone.
Dos por uno
Eugenio Barrios Ordóñez, de Conagua, precisa que en México para poder regar un cultivo o llevar un litro de agua potable a un hogar, hay que sacar dos del ambiente.
“Todo el que ejerce una demanda está contribuyendo al estrés hídrico, pero un factor adicional es la contaminación. Si contaminamos las aguas estamos reduciendo la oferta de agua y estamos aumentando el estrés hídrico”, comenta.
El funcionario federal destaca que los gobiernos deben buscar estrategias para el cuidado del agua con la industria, el sector agrícola, los centros urbanos y las poblaciones.
Fuente: Imparcial.