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Dormir poco detona el estrés en los niños.

Las exigencias de los padres y la falta de horas de sueño son las principales causas que lo desencadenan.

No dormir las horas adecuadas para su edad, es el principal factor detonante del estrés en los menores y adultos, convirtiéndolo en un enemigo silencioso.

Ramón Rafael Barreras López, sicólogo especialista en el tema, expuso que, además, diversas acciones de los padres aumentan el riesgo de su desarrollo en menores de hasta 2 años de edad.

Aunque se suele señalar la carga académica como la causante del estrés en los menores, esto es falso, alertó, y más bien son los mismos padres de familia quienes lo provocan.

Por su edad, los niños no son capaces de detectar el estrés, convirtiéndose en un serio enemigo que, si no desaparece, crece.

El estrés representado por el miedo a ser regañados o la preocupación de decepcionar a sus padres suele llegar de muchas maneras, pero las principales son en las tareas del hogar y de la escuela.

"Mi mamá (se estresa), cuando hace la tarea con nosotros, cuando nos equivocamos", expuso Andrea, de 8 años de edad.

"Te enojas, me siento medio estresado (cuando no duermo bien)",confirmó Tadeo, de 8 años.

ritmo acelerado

Barreras López explicó que mucho de que los niños vivan situaciones de estrés -principalmente los que viven en las ciudades- tiene que ver con el ritmo acelerado de la vida de sus padres y las rutinas extremas que se establecen en los hogares.

"Antes, mal se acababa la noche cuando nos acostaban y dormíamos hasta las 6 de la mañana, dormíamos más de 8 horas. Hoy nuestros hijos se acuestan a las 12 de la noche o más viendo la tele, jugando al Nintendo, y al siguiente día lo levantas mínimo a las 6 de la mañana, no desayuna para ir a la escuela, lo llevas a prisa porque tú tampoco dormiste bien por ver Netflix... y lo primero que causa el estrés es que no estás descansando", describió el sicólogo.

Pese a que las tareas y responsabilidades más importantes de los menores son ir a la escuela y jugar, los padres buscan la excelencia, puntualizó, presionando por un 10 en calificación o en la elaboración de tareas perfectas.

"Si le encargan una maqueta, el papá, la mamá se desespera porque no puso las cosas como van, y se les olvida que quien está haciendo el trabajo es un niño que no puede hacerlo perfecto porque está aprendiendo, lo regaño, y no es el examen el que causa una frustración, es el papá presionando: ‘Pobre de ti que no te saques 10’. Ahí el niño comienza a frustrarse, ni siquiera estudia a gusto", detalló.

"Muchas veces el papá es el primero que le hace bullying diciendo: ‘¿Quiéres otro taco, mijito? Si estás como cochito’, pero como somos papás no nos damos cuenta, hay que enseñarle a que se acepte como es", subrayó.

No es natural que un menor padezca de estrés, resaltó el sicólogo.

"Quien empuja el estrés somos nosotros por las exigencias que tenemos como papás, les decimos: ‘La escuela me cuesta tanto y tú no le echas ganas’, generamos hasta una presión económica", lamentó.

Médicos y sicólogos conocen del tema y pueden llegar a tratarlo inclusive con vitaminas, pero la mejor cura es el retomar las acciones positivas hacia ellos, manifestó, por medio de la comprensión.

Fuente: Imparcial.