Opinión

La muerte tiene permiso.

Las cámaras de seguridad de un céntrico negocio en Hermosillo captaron el momento en que un hombre, después de ser herido a balazos, es ejecutado con el letal tiro de gracia, quedando tendido en un charco de sangre.

Dos de sus acompañantes resultaron heridos.



Todo ello a plena luz del día y en medio del terror de las personas que se encontraban presentes y que tuvieron que correr para ponerse a salvo de las balas.



Las imágenes se volvieron virales esa misma tarde y se reprodujeron por decenas de miles en las redes sociales, casi con gusto celebratorio por la conquista de “likes” o la satisfacción culposa de documentar la presencia de la muerte, agazapada en los lugares más insospechados, inopinadamente cercanos a cualquiera de nosotros.



Hemos llegado al punto en que la capacidad de asombro se diluye, palidece frente al arrojo, el valor o no sé cómo llamarle a ese temple con el que la gente va por la vida, celular en mano, dispuesta a arriesgar incluso su vida para lograr la toma más cercana al rostro de la muerte. A la sangre caliente escurriendo de los cuerpos, a la masa encefálica expuesta, a los rictus de terror de los caídos.



No hay punto de retorno. Peor aún: lo que hay es una especie de competencia para ver quien tiene la suerte de estar en el momento preciso y en el lugar indicado para documentar las detonaciones, el tableteo de metralla, los gritos y la sangre; “colgarlo” luego en sus redes sociales con una retahíla de lamentaciones y búsqueda de culpables, que se multiplica exponencialmente al compartirlas.



Ayer circularon videos varios. El de un tipo que en estado de embriaguez es azuzado por alguien para que golpee a una anciana. Lo hace y la señora queda inmóvil en el suelo. También de dos tipos que asaltan a un anciano en andadera, en un callejón solitario.



No sé si sea ingenuidad involuntaria o deliberada perversidad, pero son miles las personas que al condenar los hechos con un comentario, replican las imágenes hasta la náusea.



o cierto es que con ello se contribuye a normalizar la violencia y el crimen, a volverlos parte de la vida cotidiana de manera que es cada vez más común ver escenas de personas de toda edad y sexo caminando entre la sangre de los caídos, alterando las escenas del crimen (porque siempre llegan antes que la policía), disputando el mejor ángulo para la foto y el video, algo que antes de la era de los smartphones estaba reservado sólo para los reporteros de nota roja.



Hay en todo esto una gran paradoja. Dejar de documentar estos hechos no los desaparece, pero cada “like” es una forma de acostumbrarnos a vivir con ellos.



En los primeros tres meses de este año se registraron 38 homicidios dolosos en Hermosillo y en lo que va de abril y mayo la cifra se ha incrementado considerablemente, incluyendo entre las víctimas a mujeres y policías. La estadística se dispara si se suman los asesinatos registrados en Cajeme, Guaymas, Empalme, Navojoa, Nogales…



Fea cosa.



II



Y a propósito del tema, con frecuencia la gente suele preguntar qué están haciendo las autoridades para abatir los índices de criminalidad, y con frecuencia también las respuestas suelen ser desalentadoras.



El asunto es complejo y multifactorial, pero además de las labores de procuración de justicia, investigación y combate al crimen, no deben descuidarse las políticas de prevención y de generación de condiciones para una vida digna.



No es un solo programa gubernamental el que vaya a terminar con todo esto, pero cada hombre, mujer, niño, niña, adolescente reintegrado a la vida social y productiva, cuenta.



Por diversas razones, que usualmente tienen que ver con ambientes familiares sórdidos, de violencia, drogas, pobreza y abandono o todo junto, más de un millar de niños, niñas y adolescentes son actualmente atendidos en centros de asistencia social en todo el estado.



La atención que allí reciben es buena y en algunos casos rebasa los estándares proporcionándoles techo, alimentación, educación y actividades culturales y deportivas que les ayudan a desarrollarse en un ambiente sano.



Personalmente me tocó conocer a varios pequeños y pequeñas que en el ámbito deportivo han escalado podios nacionales e internacionales en diversas disciplinas.



Sin embargo, nada se compara con la vida en familia, la convivencia en un hogar.



El nuevo programa que ayer puso en marcha la gobernadora Claudia Pavlovich desde el sistema DIF-Sonora propiciará que esos menores se integren a una familia dispuesta a acogerlos en su seno, garantizando así el derecho internacional que todo niño tiene a vivir en familia.



Cabe precisar “Familias solidarias” no es un programa de adopción, sino de integración de los menores a un hogar donde recibirán, supervisados por las intitucionesla atención que por otras razones se les negó en sus casas. Sin embargo, habrá casos en que las familias agilicen, mientras tanto, los procesos de adopción para integrarlos de manera definitiva.



Este tema no es nuevo para la gobernadora, pues cuando fue diputada local trabajó en las reformas al Código de Familia aún vigente, y desde el senado trabajó en la propuesta de Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y como jefa del Ejecutivo hizo lo propio enviando una iniciativa similar al Congreso local, como relató la directora del DIF, Karina Zárate.



Fue un evento emotivo en el que el pequeño Jesús Antonio Gámez Moreno, de la casa hogar Jineseki destacó la importancia de tener una familia que les brinde el abrazo, el hombro donde llorar, la oportunidad de jugar, convivir en una relación donde no importe el tipo de sangre, ni el color ni el origen, sino el cariño que brinda una familia.



Presentes en el evento el profesor Francisco Javier Duarte, presidente de la comisión de Derechos de la Niñez en el Congreso del Estado; la presidenta del DIF, Margarita Ibarra Platt; el presidente del STJE, Francisco Gutiérrez Rodríguez y el procurador de protección a la niñez, Wenceslao Cota Amador.



III



El conflicto entre la Universidad de Sonora y el Isssteson, que tiene en medio a más de cinco mil profesores y empleados de la Alma Mater parece que comienza a ser desactivado.



Ayer se realizó la primera mesa de negociación entre las partes y, con la mediación del secretario de Gobierno, Miguel Ernesto Pompa Corella se registran los primeros avances para la firma de un nuevo convenio en el que los universitarios empiecen a cotizar la parte que les corresponde como afiliados (el 27% y no el 8% que cotizaban hasta ahora).



En este encuentro participan el director del Isssteson y el rector de la Unison, Pedro Ángel Contreras y Enrique Velázquez, como los firmantes del convenio. Los sindicatos no están representados en esta mesa, pero de acuerdo a lo expresado hace unos días por Cuauhtémoc González, dirigente del Staus, hay voluntad para que los sindicalizados aporten el porcentaje establecido en la Ley 38.



Lo otro sería condenar a los universitarios a pensiones y jubilaciones precarias que no merecen, pero que les corresponden a partir de lo cotizado.

Arturo Soto Munguía

Arturo Soto Munguía

El Zancudo... No mata, pero hace roncha