Merry Macmasters
24 de marzo de 2025 07:56
Hoy día, artistas como Vincent van Gogh, Pierre-August Renoir, Édouard Manet, Edgar Degas, Berthe Morisot, Edvard Munch y Piet Mondrian son reconocidos, incluso reverenciados y considerados los grandes clásicos del arte, pero no siempre fue así. Al inicio de sus carreras, en especial cuando algunos de ellos expusieron su obra agrupados en el colectivo Sociedad Anónima de Pintores, Escultores y Grabadores, eran llamados rebeldes y fueron relegados. Sin embargo, en su momento rompieron con la tradición tanto en las técnicas que empleaban como en los temas que pintaban, así como en las maneras en las que exhibían sus obras.
Es ese carácter de rebeldía el que pretende recuperar La revolución impresionista: De Monet a Matisse del Museo de Arte de Dallas (MAD), exposición de 45 obras, entre pintura y escultura, que mañana abrirá al público en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Tiene sus orígenes en la muestra The Impressionist Revolution from Monet to Matisse, exhibida el año pasado en el aquel recinto texano, con motivo del sesquicentenario del movimiento impresionista, efemérides celebrada en diferentes partes del mundo.
La exposición original contó con 90 obras, la mayoría proveniente del acervo del MAD, de allí que las piezas que viajan a México son del rico acervo de arte impresionista alojado en ese recinto texano. Se trata de pinturas de los artistas arriba mencionados, así como de Claude Monet, Pierre Bonnard, Camille Pissarro, Alfred Signac, André Derain y Gustave Caillebotte, entre otros.
En 1874, la recién fundada Sociedad Anónima de Pintores, Escultores y Grabadores logró organizar una exhibición en los salones del fotógrafo Gaspard-Félix Tournachon, conocido como Nadar. Fue la primera de ocho muestras colectivas efectuadas a lo largo de 12 años hasta 1886. Los participantes en cada exhibición iban cambiando; más allá de compartir un rechazo hacia el arte tradicional, también variaron sus temas y modos de trabajar. Lo que unificó a estos artistas independientes, ahora llamados impresionistas, fueron sus ganas de exhibir de forma pública.
La única manera de hacerlo en el París del siglo XIX, y para los artistas vivos, era en la Academia de Bellas Artes, organizada y legislada por el Estado. Los artistas que se apartaban de la tradición académica con frecuencia experimentaban rechazo, a la vez que se quedaban sin caminos para cosechar el éxito crítico y financiero.
Al organizar sus exposiciones, los impresionistas evitaron el sistema oficial, un acto de emprendimiento, aunque también de rebeldía.
La exposición original contó con 90 obras, la mayoría proveniente del acervo del MAD, de allí que las piezas que viajan a México son del rico acervo de arte impresionista alojado en ese recinto texano. Se trata de pinturas de los artistas arriba mencionados, así como de Claude Monet, Pierre Bonnard, Camille Pissarro, Alfred Signac, André Derain y Gustave Caillebotte, entre otros.
En 1874, la recién fundada Sociedad Anónima de Pintores, Escultores y Grabadores logró organizar una exhibición en los salones del fotógrafo Gaspard-Félix Tournachon, conocido como Nadar. Fue la primera de ocho muestras colectivas efectuadas a lo largo de 12 años hasta 1886. Los participantes en cada exhibición iban cambiando; más allá de compartir un rechazo hacia el arte tradicional, también variaron sus temas y modos de trabajar. Lo que unificó a estos artistas independientes, ahora llamados impresionistas, fueron sus ganas de exhibir de forma pública.
La única manera de hacerlo en el París del siglo XIX, y para los artistas vivos, era en la Academia de Bellas Artes, organizada y legislada por el Estado. Los artistas que se apartaban de la tradición académica con frecuencia experimentaban rechazo, a la vez que se quedaban sin caminos para cosechar el éxito crítico y financiero.
Al organizar sus exposiciones, los impresionistas evitaron el sistema oficial, un acto de emprendimiento, aunque también de rebeldía.
Fuente: la jornada