Lausana, Suiza.- Uno de los principales objetivos de la política económica en los distintos países es lograr crecimiento, para con ello elevar el nivel de vida de su población. Por definición contable el incremento en la producción y las ventas es igual al aumento en el ingreso nacional, el cual debe lograrse en el largo plazo, para mejorar los ingresos de las personas de manera permanente. De poco sirve crecer mucho uno o dos años, para luego tener contracciones importantes en los años posteriores.
Esto es lo que ha pasado en las pasadas décadas con la economía argentina, la cual se reactiva de manera importante cuando logra reestructurar su deuda pública, para volver a caer en suspensión de pagos y crisis financiera al no poder realizar los cambios estructurales y regresar a desequilibrios fiscales, como sucede en la actualidad. Lo mismo pasaba en México a partir de la década de los sesenta cuando se lograba crecimiento económico, el cual se aceleraba al final de los sexenios de gobierno, de manera artificial por medio de mayor gasto, déficit del gobierno y expansión de la deuda pública. Esto se corrigió en el sexenio de Zedillo y se crearon restricciones en el gasto para evitar que las crisis sexenales volvieran a ocurrir, algunas de las cuales no se están respetando en la actualidad.
El INEGI dio a conocer la semana pasada que la economía mexicana creció 1.1 por ciento en el tercer trimestre del presente año en comparación al trimestre inmediato anterior y en 3.4 por ciento con relación al mismo periodo del año anterior.
Aunque es porcentaje es elevado, la economía todavía no logra regresar al nivel que tenía en 2018 en términos per cápita.
Este dinamismo tiene como causas factores internacionales, así como nacionales:
Externos.- La economía de nuestro principal mercado internacional (que es los Estados Unidos) sigue con un importante crecimiento, el cual fue de 2.9 por ciento en el tercer trimestre en comparación con el mismo periodo del año anterior, a pesar de que se pronosticaba una desaceleración o incluso una recesión por las elevadas tasas de interés. Hay que enfatizar que su déficit actual es del 8.2 por ciento del PIB.
Además, la situación bélica tanto en Ucrania como en Medio Oriente no se ha contaminado a otros países y la inflación global ha seguido un paulatino descenso.
Internos.- Por su parte, el consumo privado en México sigue creciendo, debido al aumento de la masa salarial real, superior al 10 por ciento en el año, resultante de los mayores sueldos y salarios, así como por el incremento en los puestos de trabajo, a lo cual habría que agregar los ingresos de las familias por remesas del extranjero. Además, se tiene más gasto público, por los subsidios a la población y la inversión en los proyectos favoritos.
Es frecuente que los gobiernos incrementen su gasto en periodos de elecciones, ya sea para reactivar las economías e influir de manera positiva en las votaciones y para terminar proyectos que se habían iniciado con anterioridad.
En el próximo año habrá elecciones presidenciales en los Estados Unidos y en México, por lo que se espera que en ambos se tengan un déficit fiscal elevado. Así, el Fondo Monetario Internacional pronóstica para el primero un déficit fiscal en 2024 del 7.0 por ciento del PIB, mientras que para México lo estima en 5.4 por ciento. A manera de comparación está Suiza, quien tuvo un superávit fiscal (no un déficit) el año pasado del 1.2 por ciento del PIB, lo que permite entender la gran estabilidad de la economía de este país.
Tanto México como nuestro vecino del norte tendrán un gran reto para lograr regresar a la estabilidad fiscal, y por tanto macroeconómica, en los próximos años. Es decir que se tendrán “que pagar las fiestas del año de elecciones”, sin importan quien gane la presidencia.
Fuente: https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/benito-solis/2023/11/28/la-economia-mexicana-mantiene-su-crecimiento-pero-tendra-un-costo/?outputType=amp