México.— "Estamos tendiendo a una nueva genealogía de imágenes en la pérdida de su materialidad, esta transformación me ha empujado a considerar y revisar cuáles son los últimos vestigios de esta fotografía sobre papel y película", refirió Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955).
En conferencia de prensa en la Ciudad de México, el investigador habló sobre su proyecto Mictlán, una exploración crítica e historiográfica de archivos fotográficos que realizó durante 2019 en Pachuca, Mérida y Ciudad de México, entre ellos la Fototeca Pedro Guerra y el Museo Archivo de la Fotografía (MAF).
Refirió que este trabajo forma parte de Trauma, un proyecto de largo aliento donde ha trabajado sobre la memoria, los vestigios de la imagen y sus vínculos con la realidad, las ruinas donde se erige un discurso que él recoge para reconocer la vida de las imágenes y entender que ello nos habla de su propia biografía.
Este trabajo se dio en colaboración con la plataforma Hydra+Fotografía y su sello editorial INFRAMUNDO, bajo el diseño de Ramón Pez, quienes acompañaron al autor en el proceso de edición con una propuesta de libro de autor de factura artesanal y tiraje limitado.
Explicó que la dimensión sombría y oscura de las imágenes que seleccionó entre casi un millar, le dio la idea de vincularlo a las cosmogonías del México precolombino, con una articulación narrativa del inframundo y sus nueve regiones, que se materializan mediante apartados y el uso de diferentes materiales.
Se trata de "un mosaico de imágenes que nos hablan de la vida pública y la vida política, pero también de la vida privada y familiar de México", agregó que esta selección incluye imágenes de la Revolución, retratos familiares y de dirigentes políticos, celebraciones y festividades, ejecuciones y otros episodios de la historia del país.
La postfotografía
Al hablar sobre el momento que vive la fotografía, refirió que nos encontramos en un tránsito hacia otro género al que ha llamado postfotográfico, con imágenes intangibles y desmaterializadas, que pierden sus soportes y viven en las tarjetas de las cámaras, la nube y el ordenador.
Explicó que aunque la naturaleza de lo fotográfico se sustenta sobre el andamiaje de dos valores decimonónicos que son la verdad y la memoria, en la fotografía de hoy la memoria es sólo una opción que se comparte con otras, como la conectividad y la comunicación.
El autor de El beso de Judas: Fotografía y verdad (1997), expresó que esta pérdida conlleva a que el valor de la imagen sea más cercano pero también más trivial, cuando estas imágenes se vuelven amnésicas en el trance de perder la capacidad para la cual fueron creadas.
Sostuvo que el acudir a los archivos nos permite acuñar otro concepto interesante que es el de la posmemoria, algo que se está trabajando en muchas disciplinas de la creación visual, para llevar la mirada atrás y buscar los vestigios y las ruinas de sensibilidad contemporánea.
Este fenómeno lo llevó a rendir un homenaje a dicho tipo de fotografía, también como una despedida, ya que el decurso del tiempo sobre ellas impide que puedan representar y dar información gráfica sobre estos elementos de la realidad en los cuales fue situada, convirtiendo a la imagen en un fantasma.
Esta apuesta se verá reflejada en la selección de imágenes que forman parte de la muestra que se inaugurará el próximo viernes 6 de marzo en las instalaciones de Hydra, ubicada en Tampico 33, Col. Roma dentro de la Ciudad de México.
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Fuente: Notimex