Opinión

De pejezombie a gobernado.

Por David Parra.

La falsa creencia que obliga a la lealtad ciega hacia quien nos debe precisamente eso, es lo que hace que el gobernante, el líder o el circunstancial “jefe” pierda el piso y tambalee en sus obligaciones para con quienes le llevaron al poder. Cada quien asuma su responsabilidad histórica… también yo.

“Lo logramos”, le decía emocionado alrededor de la media noche del 1 de junio de 2018 a un viejo compañero de proyecto con el que emprendimos en su momento la larga ruta de 14 años el 2004 para que México tuviera la oportunidad de virar de su trayecto neoliberal al despeñadero, hasta que más bien se empeñó. Las circunstancias nos trazaron rutas diferentes en algún momento, pero los caminos siempre apuntaron a Roma y esa noche había algo que celebrar, aunque fuera por vía telefónica.

Durante todo ese tiempo, desde diferentes trincheras y en distintas etapas y proyectos personales sé que mantuvimos la esperanza que algún día el santo varón llegara a gobernarnos dándole a México una redefinición que hiciera de este país una nación más soberana, menos explotada, más generosa con sus ciudadanos, más segura para propios y extraños, más justa y equitativa, menos saqueada, más incluyente, menos militarizada, más próspera, más libre, en fin, más coherente con el ideal de estado de derecho que nos han negado sistemáticamente quienes manejan los hilos del poder en México.

Desde entonces sabíamos que Andrés Manuel era una especie de caudillo surgido de las causas populares del mismísimo verticalismo priista; una falla del sistema como los que le seguimos; un líder carismático capaz de arrastrar a las multitudes sin invertir mucha sustancia ideológica en ello; el personaje que en 2006 ganara en las urnas y perdiera ante esas instituciones a las que mandó al carajo en el sexenio de Fox porque tenían otros dueños que no eran los mexicanos.

Desde entonces constatamos también que la oferta de AMLO era vertical, autoritaria y con una gran carga de simulaciones, una especie de versión simi del PRI, cuando luego que conformáramos en Sonora con personas apartidistas y uno que otro embozado las redes ciudadanas con el “Movimiento Ciudadano por la esperanza y la Democracia”, el señor impusiera a capricho a un personaje ligado al entonces Gobernador, Eduardo Bours, Rosendo Armenta (QEPD), -un Contador de Ciudad Obregón que trabajaba para Grupo Bachoco-, a quien a fin de cuentas ninguneara al momento de la elección, igual que muchos otros como nosotros, cuando sin mucho decoro subordinara su red al PRD sin considerar ni mucho menos agradecer todo lo hasta entonces hecho por hombres y mujeres bien intencionados que respondimos sin condicionamientos a su convocatoria.

Pero ni eso pudo desanimarnos en aquel entonces porque nuestra idea no era quedar bien con AMLO ni mucho menos alabar otro tótem del sistema, sino ser parte del movimiento que virara la historia hacia algo distinto a lo que habíamos padecido con el PRIAN por décadas y continuamos hasta el final de la campaña hasta que terminara en un atraco electoral parecido al de 1988 para que, “haiga sido como haiga sido”, Felipe Calderón llegara a la Presidencia en una elección de estado conducida cínica y desvergonzadamente por el primer gran protagonista de la decepción democrática en México, ahora venido a bufón de carpa barata, Vicente Fox Quezada.

Pudimos constatar junto con un grupo de abogados coordinados por Francisco Zavala, así como David Barton con maestros universitarios, Carlos Valenzuela con empresarios, Don Francisco de Paula con “los viejitos” como él les llamaba a profesionistas retirados, entre tantos otros, colaborando con Alfonso Durazo en su candidatura a Senador, fuera de las redes de Armenta, verificando cada casilla el día “D” en la entidad para constatar que personajes del PRD habían coordinado parte del fiasco en Sonora.
Javier Lamarque y Patricia Patiño coordinaron entonces la defensa del voto, quienes tenían a Julio Navarro como operador del padrón, resultando en un abandono sistemático del 46% de las casillas que se reportó en todo el país, como coincidentemente se documentara por varios medios entonces, luego que en presencia de Durazo nos aseguraran en la víspera de la elección por vía de Navarro que habían capacitado a la totalidad de representantes de casilla y que estas estaban cubiertas al 100%. Falso de falsolandia. Durazo pidió el padrón para corroborar lo asegurado por el emisario de la pareja coordinadora y se lo negaron rotundamente. Así lo vivimos junto con Durazo con su propia candidatura y por tanto la de Andrés y fuimos derrotados por tirios y troyanos. Por cierto, no nos aceptaron uno solo de nuestros representantes ni antes, ni durante ni después de la elección a pesar de contar con un pool de abogados y profesionistas para ello.

Pero ni así alcanzó para que la elección de 2006 la ganara Fox, aunque para ello la arrebató a la mala utilizando sus instituciones, para uno que tampoco era santo de su devoción y ahí empezó un parteaguas para todos.

A Durazo le ofrecieron una representación de la Jornada para el noroeste del país, proyecto al que me propuso colaborar en su caso, el cual no se concretó. De ahí ya no tuvimos mayor asunto común salvo esporádicas ocasiones que nos saludamos en encuentros casuales.

La elección de 2012 llegó y de la misma manera, sin acercarnos a AMLO luego del fiasco de su protesta y el bloqueo informativo que le aisló por varios años; ya con compromisos con Nueva Alianza en mi carácter de dirigente sindical del SNTE, con una buena relación institucional con el PAN que nos gobernaba entonces, emití mi voto diferenciado entre estas tres alternativas, apostándole al santo varón con pocas esperanzas ante un Peña Nieto fuertísimo, pero contribuyendo de esa manera, además de la promoción entre los amigos que fumábamos de la misma, sin mayor participación que la de activar nuestra red e ir a votar. Lo demás en mi caso, por los candidatos de la alianza PANAL-PAN en lo local y lo federal.
Luego vino la conformación de MORENA y nuestro apoyo desde los medios lo mantuvimos abriendo espacios y opinando a favor del “peje” al unísono con los que luego nos llamaríamos pejezombies, hasta el año pasado en que se concretó la hazaña, la cual se vio matizada poco antes de la elección y luego de esta embarnizada con un acuerdo político del más alto nivel y más allá de nuestras fronteras, como ha venido agarrando tono con los meses.
En descargo diré que no había de otra para que “el señor López” llegara a la Presidencia. Al respecto diré que con el paso del tiempo la mafia del poder ha dejado su sello de propiedad en el nuevo gobierno que ya me parece más papista que el papa y que el mesianismo del que tanto se hablara en otro tiempo, el caudillismo que fuera señalado machaconamente para decir que el santo varón era un peligro para México, se ha dejado ver y sentir en el gobierno ahora de un solo hombre. Veneno para las democracias.

Ayer renunció Carlos Urzúa a esta definición, según sus cuentas, ahogado por la pesada carga de no ser tomado en cuenta ni estar de acuerdo con decisiones mal fundadas. Germán Martínez lo hizo en su momento por razones similares acusando al propio Urzúa, para no acusar al Presidente. Esto en medio de la reacción de la Policía Federal por su desmantelamiento a la mala, o como dijera Durazo, por falta de una comunicación suficiente.

Sintetizo mi recuento de daños afirmando que no le entregué el país a AMLO y sus súbditos para mantener el status quo, pero tampoco para que haga su voluntad contra la razón. No voté para convalidar absurdos ni para ser testigo mudo de abusos como los despidos masivos, la crisis del guachicol, la impunidad de la delincuencia ni por una restricción brutal del gasto público en perjuicio de guarderías y servicios de salud, para satisfacer un afán clientelar ciego y obtuso.

Voté para darle a México un respiro de tanto abuso ancestral y que se instaurara en nuestro país un estado de derecho que pueda garantizarnos a todos una convivencia armónica y próspera, pero se nos sigue negando a instancia de adivinen quienes… yes, la mafia del poder que se siente ominosamente presente al lado o detrás de este gobierno.

No han sido pocas las voces de amigos, conocidos y no tanto que me han reclamado en diferentes tonos el que ahora, luego de haber apoyado de varias y diversas maneras la intención de Andrés Manuel López Obrador por presidir a mi país, ahora le critique cuando se equivoca… tan frecuentemente, y mi postura invariable es que ya logramos que gobierne, ahora debemos lograr que lo haga bien y eso no se consigue de cortesano o bufón del emperador; se logra incidiendo, señalando y proponiendo, no aplaudiendo.

Aún no llego a la decepción total, pero no me falta mucho… espero ser uno de esos pocos en ese desagradable barco que tantas veces me he paseado, pero, “ya chole”, “tengo otros datos”.